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viernes, 5 de mayo de 2023

De la guerra a la paz: la necesidad urgente que los líderes mundiales cambien de rumbo antes de destruir el planeta


 Por Raúl Enrique Bibiano

La guerra ha sido una característica constante de la historia humana, con consecuencias devastadoras para las sociedades y las personas. Solo el siglo XX fue testigo de dos guerras mundiales y numerosos conflictos regionales que cobraron millones de vidas y dejaron cicatrices duraderas en el mundo.  

A pesar de los costos humanos y económicos de la guerra, muchos gobiernos la siguen considerando una herramienta legítima de política exterior. En este tiempo, existe una necesidad urgente de que los líderes mundiales cambien de rumbo y prioricen la paz sobre la guerra.

Aunque parezca impertinente de mi parte, deseo decirles que las consecuencias colaterales de la guerra, se transformarán en el mayor y más terrible error del hombre que podría devastar a toda la humanidad.. No obstante, los líderes de las grandes potencias, aún están a tiempo de analizar mediante el desapego de sus humores alterados, las medidas alternativas a la guerra y los desafíos para lograr la paz mundial.

Las consecuencias de la guerra son de largo alcance. La pérdida de vidas, la destrucción de infraestructura y el desplazamiento de personas se encuentran entre los efectos más visibles e inmediatos de la guerra. Sin embargo, los efectos a largo plazo sobre la salud física y mental de los sobrevivientes son igualmente significativos. Por ejemplo, los estudios han demostrado que la exposición al trauma de la guerra puede provocar un trastorno de estrés postraumático (TEPT), depresión y otras afecciones de salud mental.

Pero existe un mayor peligro que nadie parece visualizar: Los efectos del uso del armamento termonuclear:

Una bomba atómica convencional, consta de núcleos de átomos de uranio 235 y plutonio 236 que, durante el proceso de fisión nuclear, se dividen en otros átomos más pequeños y así liberan energía.

Sin embargo, una bomba H o de hidrógeno consta de dos partes: una bomba atómica primaria y otra de combustible secundaria, por lo que en la explosión de este tipo de bombas se producen los procesos de fisión primero y, segundo, el proceso de fusión.

Al explotar la bomba atómica por el proceso de fisión, se calienta y condensa el combustible de la bomba de fusión bombardeándolo con neutrones. Estos se combinan con deuterio y tritio, que se fusionan formando núcleos más grandes y formando helio, que libera una inmensa cantidad de energía.

La bomba más potente conocida fue del Zar, fabricada y probada en Rusia por la URSS en 1961. Su explosión alcanzó los 50 megatones, lo que equivale a una potencia 3.000 veces mayor que la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.

En las puertas de la guerra termonuclear anunciada precisamente en los últimos tiempos por Vladimir Putin, todos los miembros de la sociedad civil internacional, debemos tomar con gran importancia lo que puede ocasionarnos la concreción de dichas amenazas.

Resulta menester a estas alturas, que en lugar de acciones bélicas inconcebibles en pleno siglo XXI, procuren esforzarse en resolver los graves problemas de la alteración climática, buscando mecanismos para revertir el calentamiento global que resulta un serio peligro para un futuro inmediato.

Analicen con mucha atención el riesgo que corremos los habitantes del mundo entero de producirse el cumplimiento de las amenazas de este enajenado dictador:

Efectos ambientales

Según los cálculos, científicos, de producirse un enfrentamiento nuclear masivo, se llegaría a detonar de 5.000 a 7.000 megatones de fuerza explosiva como mínimo.

En el caso que se llegue a los 10.000 megatones, la temperatura bajaría inmediatamente después de la explosión, y la oscuridad sería casi total entre los 30 y 60º de latitud norte. Las cenizas, humos y demás partículas producidas por los incendios y detonaciones alcanzaría y permanecerían en la estratosfera, oscureciendo la luz del sol durante semanas o meses, de modo que la temperatura del planeta descendería a un nivel de hielación. La guerra nuclear puede producir una gran catástrofe, sobre todo entre dos países con bastante energía nuclear, podrían incluso producir una nube gigante de polvo radiactivo sobre gran parte de la tierra.

Invierno nuclear

El invierno nuclear consecuente se asemejaría a una glaciación repentina de consecuencias catastróficas para los seres vivos. La temperatura global bajaría de manera drástica en días, desde 10 °C en el caso más modesto hasta -50 °C en el más severo de los casos. La fotosíntesis no se produciría y casi la totalidad de la vegetación moriría en pocos días, siguiéndole todos los animales herbívoros. De esta forma, en unas semanas no habría más alimentos para la mayoría de los seres vivos. Sería algo similar al proceso que extinguió a los dinosaurios.

Como sea, El mundo no puede estar a merced de un grupo de lideres curra irresponsabilidad los sitúa por encima de los derechos del resto del mundo. No podemos estar de ninguna manera dependiendo de que en cualquier instante les de la gana de acabar con media humanidad por tan solo un antojo en su locura.

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